Músico genial, en su doble condición de pianista y director de orquesta, judío nacido en Argentina, Daniel Barenboim, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, es un artista y un ciudadano comprometido con la paz en Oriente Medio.
Una paz entre judíos y palestinos a la que quiere contribuir con su música. Y especialmente en este último año, en el que la violencia en la zona no parece tener límite. "La música -decía Barenboim el pasado mes de julio en Madrid- no va a resolver el conflicto, pero sí puede facilitar el conocimiento de unos y otros".
Son palabras pronunciadas por Barenboim en el acto de presentación del West Easter Divan, un proyecto musical, educativo y de convivencia entre culturas por el que ha sido premiado, junto a su otro impulsor, el escritor y crítico palestino Edward Said.
El West Easter Divan celebró en agosto pasado en Sevilla su cuarta edición, tras las anteriores de Alemania y Estados Unidos, donde al igual que en la capital andaluza músicos judíos y de diferentes países árabes han convivido bajo la tutela musical de Barenboim.
Partidario siempre del diálogo, considera que la guerra no es "una opción, ni moral ni estratégicamente" para ninguna de las partes en conflicto, que algún día "se tendrán que sentar y encontrar la forma de vivir juntos".
Un genio judío, argentino y de ascendencia rusa
Nacido en Buenos Aires en 1942 -el 15 de noviembre cumplirá 60 años- en una familia judía de origen ruso, se inició en la música con 4 años, de la mano de sus padres, profesores y concertistas de piano ambos. Dio su primer recital de piano con 7. Fue en Buenos Aires, con obras de Bach, Haydn, y Beetthoven, entre otros.
La familia se trasladó a Europa en 1951 y, al año siguiente, emigró a Israel. Con 10 años, debutaba en París como pianista y, con 13, grababa su primer disco.
Con 15 años quiso orientar su formación hacia la batuta. Para ello siguió cursos con Edwin Fischer y Zecchi, en Siena, e Igor Markevitch, en Salzburgo. En la ciudad austriaca, en 1954, conoció al que sería su maestro por excelencia, el alemán Wilhelm Furtwangler, que le invita a trabajar con la Filarmónica de Berlín.
Un paseo por las más notables orquestas
Admirado como pianista en los repertorios clásico y romántico, desde su presentación en Londres y Nueva York, en 1955 y 1957, respectivamente, está considerado uno de más notables del siglo XX. Barenboim también ha hecho música de cámara, sobre todo con la que fue su primera esposa, la chelista Jacqueline du Pré, que falleció en 1987 tras una trágica enfermedad.
En 1958 dio su primer concierto en España, en el Teatro Monumental de Madrid. Desde entonces y hasta hoy visita con asiduidad los escenarios españoles, donde es muy querido y admirado.
Su consagración definitiva como director se produjo sustituyendo a Georg Solti al frente de la Orquesta de París, de la que fue titular durante trece años (1975-1988).
Director sinfónico y de ópera, ha dirigido y dirige en los más prestigiosos coliseos y festivales operísticos del mundo, con un repertorio amplísimo en el que sobresalen Mozart y Wagner, compositor éste último del que está considerado uno de los más grandes especialistas.
Nombrado en julio de 1987 director artístico y musical del Teatro de la Opera de la Bastilla, firmó al año siguiente un contrato con el Gobierno francés, que en enero de 1989 rompió unilateralmente el recién nombrado director general de la Asociación de Teatros de la Opera de París, Pierre Bergé, en medio de una fuerte polémica.
Dos semanas después se anunció que sucedería a Georg Solti como director titular de la Sinfónica de Chicago, a partir del 1 de septiembre de 1991, e igualmente que, desde octubre de 1992, compaginaría la dirección musical de una de las orquestas más perfectas del mundo con la de la Opera Estatal de Berlín. Direcciones en las que se mantiene.