Actuación: Para conseguir que estos principios se conviertan en realidad, hay que actuar en varias direcciones complementarias: -En primer lugar, se debe concebir la formación como un proceso permanente, que se desarrolla durante toda la vida. -Incrementar la flexibilidad del sistema educativo para permitir el tránsito de la formación al trabajo y viceversa, o de éstas a otras actividades. -Los centros deben poseer un margen propio de autonomía que les permita adecuar su actuación a sus circunstancias concretas y a las características de su alumnado. -Proporcionar a los centros los recursos y los medios que necesitan para desarrollar su actividad y alcanzar los objetivos. -Establecer procedimientos de evaluación de los distintos ámbitos y agentes de la actividad educativa, y comprometer a las autoridades correspondientes a rendir cuentas de la situación existente. -Revisar el modelo de la formación inicial del profesorado y adecuarlo al entorno europeo. -Establecer una normativa que permita el logro de los objetivos educativos propuestos.