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Con la revolución tecnológica que estamos viviendo, hay una
cultura que está siendo la pionera de la sociedad-red y que es la
punta de lanza de las tecnologías de la información y de la
comunicación. Me refiero a las comunidades de geeks, hackers y
tecnólogos que surgen alrededor de las técnicas tecnológicas más
punteras y que están creando las comunidades líderes en el cambio de
organización y concepción de las entidades lucrativas y no
lucrativas de la sociedad. En los centros tecnológicos e industrias
de las TICs (Tecnologías de la Información y de la Comunicación) se
tiene cada vez más respeto por los geeks. Pero expliquemos
que son los geeks, ya que toda una cultura ha sido creada alrededor
de estas personas. Los geeks son definidos como individuos no
comprometidos con la conformidad y el status quo, personas que
buscan siempre la realización de nuevas metas en el campo
tecnológico, que persiguen nuevas tareas técnicas principalmente y
se concentran en ellas con imaginación y sin tener en cuenta la
corriente dominante en la sociedad. La mayoría de geeks son adeptos
a los ordenadores y tratan a los hackers con respeto buscando el
bien de la comunidad en el conocimiento y el trabajo libre de
presiones más que en el beneficio pecuniario impuesto por las
organizaciones jerárquicas provenientes de la época industrial
anterior. Ellos son los que están marcando la horizontalidad en las
empresas. Las jerarquías en el trabajo se aminoran en los centros
tecnológicos y el trabajador geek sólo rinde en esas organizaciones
cuando el ambiente es propicio y es una continuación de su
labor-hobby en casa. Son personas que se encuadran dentro de lo que
se ha llamado los movimientos de neofilia, basados en la excitación
que produce lo nuevo, lo tecnológicamente aún no experimentado y la
complejidad de las tareas.
Junto a los geeks, la cultura hacker se ha impregnado de las
posiciones de más responsabilidad en las organizaciones americanas y
así gracias a autores y expertos en nuevas tecnologías que llegan en
cierto modo a ser evangelistas y gurús como Richard Stallman, Miguel
de Icaza, Pekka Himanen y Linus Torvalds, o tecnólogos y visionarios
como el CEO de Sun Microsystems Scott McNealy, la nueva cultura
tecnológica pasa también a las organizaciones del campo de los
medios de comunicación, que ven como comunidades informacionales
gigantes aparecen en ámbitos concretos de las actividades
tecnlógicas unidas al desarrollo de software, de hardware, de la
comunicación alternativa, etc. Verdaderos científicos y hackers
tienen la convinción de que el compartir la información, elaborar
software gratuito y ser parte de la nueva moral que desafía la ética
protestante del trabajo, tal como la expuso Max Weber hace casi un
siglo en su obra “Lá ética protestante y el espíritu del
capitalismo”, es la labor principal a realizar. El dinero deja de
ser un valor en sí mismo y el beneficio se cifra en metas como el
valor social y el libre acceso a la información, la transparencia y
la franqueza. Es la democratización de la tecnología y el consumo de
lo comunitario entendido en su más alto valor ético: la igualdad en
el trabajo y el peso de la tarea comunitaria, representada por las
teorías y prácticas de la comunidad GNU/Linux, tan exitosa en todo
el mundo y de la que Richard Stallman (http://www.stallman.org/) es su
líder indiscutible.
En la era de la información, como nos advierte el joven profesor
finés de la Universidad californiana de Berkeley Pekka Himanen que
aparece en la foto de esta columna, lo importante es el modelo
académico abierto que permita la creación e innovación. Es esa
pasión tecnológica representada por la pasión del hacker en saber
más y compartir sus preocupaciones e innovaciones con la comunidad
lo que realmente está siendo un toque de atención para las
estructuras jerárquicas de la sociedad anterior, y que ya
representan sólo lo viejo, lo estacionario, lo caduco, frente a lo
novedoso, lo basado en la versión mejorada y lo innovador que
representan estas personas y comunidades líderes en los procesos
tecnológicos y la adquisición de tecnología por parte de la
sociedad. Las costumbres de estas comunidades de geeks y hackers
trae consigo un avance sin precedentes y una ruptura con la
concepción de la tendencia abierta por San Benito y basada en la
maldad de la “curiositas” por lo nuevo y no experimentado y la
propiedad de la información como material de mercadeo que se compra,
se vende o se esconde. Estamos volviendo, por el contrario, a lo que
ya el gran sabio vasco Federico Krutwig nos argumentaba en las
tertulias del café Iruña en Bilbao a finales del siglo anterior: la
vuelta a la concepción de la ética académica de Platón, por la cual
la “acción concertada” es la que trae el mejor desarrollo
tecnológico, y que también está siendo promovida por los grandes
visionarios de la cultura digital Pekka Himanen, Manuel Castells y
Linus Torvalds. El desarrollo tecnológico en las TICs está sin duda
ya unido a esta concepción de la “synusia” o trabajo en común, idea
respetada en los grandes centros tecnológicos americanos y algunos
europeos.
Así pues, la forma de adquisición de la tecnología sufre un
cambio brusco y adquiere un importancia vital ya que nuevas formas
de trabajo en el campo de las TICs se abren en contra de la
concepción de la ética protestante, por la que el trabajo y el
dinero son fines en sí mismos.
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