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Geeks, hackers y tecnología

Gorka J. Palacio. 29 de septiembre de 2002

 

La ética de las comunidades de hackers y geeks hacen que meditemos sobre las formas de trabajo en la sociedad de las tecnologías de la información y de la comunicación.

 

Con la revolución tecnológica que estamos viviendo, hay una cultura que está siendo la pionera de la sociedad-red y que es la punta de lanza de las tecnologías de la información y de la comunicación. Me refiero a las comunidades de geeks, hackers y tecnólogos que surgen alrededor de las técnicas tecnológicas más punteras y que están creando las comunidades líderes en el cambio de organización y concepción de las entidades lucrativas y no lucrativas de la sociedad. En los centros tecnológicos e industrias de las TICs (Tecnologías de la Información y de la Comunicación) se tiene cada vez más respeto por los geeks. Pero expliquemos que son los geeks, ya que toda una cultura ha sido creada alrededor de estas personas. Los geeks son definidos como individuos no comprometidos con la conformidad y el status quo, personas que buscan siempre la realización de nuevas metas en el campo tecnológico, que persiguen nuevas tareas técnicas principalmente y se concentran en ellas con imaginación y sin tener en cuenta la corriente dominante en la sociedad. La mayoría de geeks son adeptos a los ordenadores y tratan a los hackers con respeto buscando el bien de la comunidad en el conocimiento y el trabajo libre de presiones más que en el beneficio pecuniario impuesto por las organizaciones jerárquicas provenientes de la época industrial anterior. Ellos son los que están marcando la horizontalidad en las empresas. Las jerarquías en el trabajo se aminoran en los centros tecnológicos y el trabajador geek sólo rinde en esas organizaciones cuando el ambiente es propicio y es una continuación de su labor-hobby en casa. Son personas que se encuadran dentro de lo que se ha llamado los movimientos de neofilia, basados en la excitación que produce lo nuevo, lo tecnológicamente aún no experimentado y la complejidad de las tareas.

Junto a los geeks, la cultura hacker se ha impregnado de las posiciones de más responsabilidad en las organizaciones americanas y así gracias a autores y expertos en nuevas tecnologías que llegan en cierto modo a ser evangelistas y gurús como Richard Stallman, Miguel de Icaza, Pekka Himanen y Linus Torvalds, o tecnólogos y visionarios como el CEO de Sun Microsystems Scott McNealy, la nueva cultura tecnológica pasa también a las organizaciones del campo de los medios de comunicación, que ven como comunidades informacionales gigantes aparecen en ámbitos concretos de las actividades tecnlógicas unidas al desarrollo de software, de hardware, de la comunicación alternativa, etc. Verdaderos científicos y hackers tienen la convinción de que el compartir la información, elaborar software gratuito y ser parte de la nueva moral que desafía la ética protestante del trabajo, tal como la expuso Max Weber hace casi un siglo en su obra “Lá ética protestante y el espíritu del capitalismo”, es la labor principal a realizar. El dinero deja de ser un valor en sí mismo y el beneficio se cifra en metas como el valor social y el libre acceso a la información, la transparencia y la franqueza. Es la democratización de la tecnología y el consumo de lo comunitario entendido en su más alto valor ético: la igualdad en el trabajo y el peso de la tarea comunitaria, representada por las teorías y prácticas de la comunidad GNU/Linux, tan exitosa en todo el mundo y de la que Richard Stallman (http://www.stallman.org/) es su líder indiscutible.

En la era de la información, como nos advierte el joven profesor finés de la Universidad californiana de Berkeley Pekka Himanen que aparece en la foto de esta columna, lo importante es el modelo académico abierto que permita la creación e innovación. Es esa pasión tecnológica representada por la pasión del hacker en saber más y compartir sus preocupaciones e innovaciones con la comunidad lo que realmente está siendo un toque de atención para las estructuras jerárquicas de la sociedad anterior, y que ya representan sólo lo viejo, lo estacionario, lo caduco, frente a lo novedoso, lo basado en la versión mejorada y lo innovador que representan estas personas y comunidades líderes en los procesos tecnológicos y la adquisición de tecnología por parte de la sociedad. Las costumbres de estas comunidades de geeks y hackers trae consigo un avance sin precedentes y una ruptura con la concepción de la tendencia abierta por San Benito y basada en la maldad de la “curiositas” por lo nuevo y no experimentado y la propiedad de la información como material de mercadeo que se compra, se vende o se esconde. Estamos volviendo, por el contrario, a lo que ya el gran sabio vasco Federico Krutwig nos argumentaba en las tertulias del café Iruña en Bilbao a finales del siglo anterior: la vuelta a la concepción de la ética académica de Platón, por la cual la “acción concertada” es la que trae el mejor desarrollo tecnológico, y que también está siendo promovida por los grandes visionarios de la cultura digital Pekka Himanen, Manuel Castells y Linus Torvalds. El desarrollo tecnológico en las TICs está sin duda ya unido a esta concepción de la “synusia” o trabajo en común, idea respetada en los grandes centros tecnológicos americanos y algunos europeos.

Así pues, la forma de adquisición de la tecnología sufre un cambio brusco y adquiere un importancia vital ya que nuevas formas de trabajo en el campo de las TICs se abren en contra de la concepción de la ética protestante, por la que el trabajo y el dinero son fines en sí mismos.


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