Se pretende conocer algunas características básicas de la economía, la organización social, los modos de vida y creencias religiosas de las comunidades aborígenes insulares que vivieron en Canarias antes de la llegada de los europeos. Los aborígenes, sociedades primitivas procedentes del norte de África, algunas de cuyas costumbres, palabras, alimentos, etc., todavía perviven en la actualidad.
Las fuentes
El Archipiélago canario ya estaba poblado por los aborígenes cuando los europeos lo conquistan en el siglo XV. Éstos escribieron crónicas en las que describen las Islas y a sus pobladores: son las fuentes escritas. Como los propios canarios primitivos no dejaron documentos escritos, (o estos son muy escasos y poco conocidos), también podemos acercarnos a su conocimiento a través del estudio de los objetos que utilizaban en su vida diaria, es decir, de las fuentes arqueológicas.
Procedencia de los aborígenes
Los aborígenes canarios: guanches (Tenerife); auaritas o benahoritas (La Palma); gomeros (La Gomera); bimbaches (El Hierro); canarios (Gran Canaria) y maxos (Fuerteventura y Lanzarote), llegaron en diferentes oleadas migratorias desde el primer milenio a. C. procedentes del noroeste de África (Magreb y Sahara) y se fueron adaptando a las diferentes condiciones geográficas de las Islas.
Las viviendas y los utensilios
Vivían cerca de manantiales, en cuevas naturales o artificiales excavadas por ellos mismos sobre rocas blandas y en casas de piedra con cubierta vegetal que llegaron a formar poblados. En estas cuevas y casas de piedra, habitualmente sepultados en el suelo por el paso del tiempo, se han podido encontrar vasijas de barro como gánigos, y tamarcos o vestidos de piel de cabra u oveja, que fabricaban las mujeres.
Las
tabonas o cuchillos de piedra, los molinos de mano para moler el grano y hacer el gofio, los collares y colgantes de cuentas de barro o conchas marinas, los
banotes y las
añepas de madera, las pintaderas de arcilla y la cerámica eran otros tantos trabajos artesanos que en su mayor parte realizaban las mujeres.
Una economía de pastores, agricultores y recolectores
Los hombres eran, sobre todo, pastores. Su cabaña ganadera se componía de cabras, ovejas sin lana y cochinos. Los perros eran de gran ayuda para guardar el ganado. Los rebaños proporcionaban a la familia alimentos (leche, queso, manteca y carne) y las materias primas (pieles, huesos y tendones) con las que fabricaban diversos utensilios.
También practicaban la agricultura en todas las Islas, excepto en La Palma y Fuerteventura, pero fue en Gran Canaria donde alcanzó un mayor desarrollo a pesar de su escaso nivel técnico, pues no conocían el arado ni disponían de animales de tiro para realizar las faenas.
Hombres, mujeres y niños participaban en las faenas del campo, pero mientras los hombres desbrozaban y araban la tierra con palos rematados en sus extremos con cuernos de cabra (palo cavador), las mujeres y los niños se ocupaban de la siembra, del riego, de la siega, la trilla, así como del almacenamiento en los graneros o silos.
Los cereales (cebada y trigo) y las habas tostados y molidos (gofio) constituían una parte importante de la dieta alimenticia de los aborígenes, que los consumían mezclados con leche, agua, manteca o miel.
Además de actividades productoras, como la ganadería y la agricultura, practicaban otras depredadoras que les permitía complementar su dieta alimenticia, como la recolección de frutos silvestres (bicácaros, mocanes...) o de mariscos (burgados, lapas...) y la pesca con anzuelos y redes de junco desde la orilla.
Una sociedad tribal
Las poblaciones aborígenes adoptaron una organización social tribal. Las Islas se dividían en tribus, salvo en Lanzarote y El Hierro, en las que sólo había una, con demarcaciones territoriales que, aunque con una misma lengua y cultura, eran independientes.
La base social era la familia extensa compuesta por el patriarca, su mujer y los hijos casados con sus mujeres que, bajo la autoridad del patriarca, cooperaban en las labores domésticas y de subsistencia del grupo familiar.
Entre los aborígenes existían claras diferencias sociales entre los nobles (cichiciquitza) o los más nobles (achimencey), y los villanos (achicaxna), como describía Leonardo Torriani (fines del s. XVI) a los grupos sociales de Tenerife, tratando de compararlos con los de su época. En Gran Canaria las diferencias entre nobles y villanos o plebeyos, como los llamaban los cronistas, eran aún más acentuadas. Los nobles se distinguían de los villanos por el tamaño de sus rebaños, por los vestidos y las viviendas, por los oficios o trabajos que hacían y hasta por el diferente cuidado practicado en sus enterramientos. Como señal externa de su clase o rango social, los nobles se dejaban barba y pelo largo, que se teñían de rubio, mientras los villanos no llevaban barba y su pelo estaba recortado.
De las restantes Islas Canarias se dispone de mucha menos información.
La organización política
En el momento de la conquista las Islas, salvo Lanzarote y El Hierro, estaban divididas internamente, según los cronistas, en reinos o bandos, llamados por los historiadores guanartematos en Gran Canaria y menceyatos en Tenerife; es decir, se trataba de unidades territoriales independientes bajo la soberanía de un jefe, guanarteme o mencey.
En Gran Canaria los guerreros más valientes o capitanes de guerra (guaires) formaban el Consejo militar o sabor que aconsejaba al guanarteme en cuestiones de defensa del territorio. Para asesorar al guanarteme en asuntos de gobierno y de justicia, se reunía un consejo presidido por él y formado por el faicán o sumo sacerdote y los nobles.
Un consejo con funciones similares a éste se denominaba tagoror en Tenerife, al igual que el lugar o construcción circular al aire libre donde se reunía.
Las creencias mágico-religiosas y enterramientos
Los aborígenes canarios creían en la existencia de un dios (Acorán, Achamán Abora, Ahoran...) con poderes sobre todas las cosas.
Las ceremonias se celebraban en lugares elevados que tenían carácter sagrado, como la montaña de Tindaya en Fuerteventura, la Fortaleza de Chipude en La Gomera, el roque Bentaiga en Gran Canaria o el roque Idafe en La Palma. Tenían, además, construcciones dedicadas al culto como los efequenes en Lanzarote y Fuerteventura.
El rito funerario del enterramiento revela el culto a los antepasados. Los enterramientos se hacían en cuevas destinadas a tal fin. Los cadáveres se recostaban sobre piedras, ramas, esterillas de junco o tablones de madera (
chajascos), para separar el cuerpo de la tierra.
Los túmulos, característicos de Gran Canaria, eran construcciones formadas por amontonamientos de piedras en cuyo interior se enterraba el cadáver con sus pertenencias o ajuar funerario. A veces llegaban a ser torreones escalonados.
Algunos cadáveres se momificaban, es decir, recibían un tratamiento especial para su conservación.